Ana Ares es fundamentalmente poeta y como tal estaba ya consagrada. En este mismo blog se puede leer alguna humilde reseña mía sobre su poesía. Pero cuando empecé a leer de nuevo su libro, ahora ya con el efecto psicológico añadido del libro impreso a su favor, me prometí no caer en la evidencia de decir que cuando Ana escribe narrativa se nota que es poeta. Pero es inevitable y lo acabo diciendo. Es un valor añadido, iremos viendo el porqué. Leer el libro de nuevo me confirma también aquello que leí en alguna parte alguna vez, no sé quien lo decía, quizás fue Juan Cruz que siempre dice cosas así, como sin querer, que cuando un buen poeta se pone a escribir narrativa, los narradores, los cuentistas como yo; deberíamos preocuparnos…
El estilo de Ana Ares propone un ritmo ágil e inteligente, juguetón porque hace lo que quiere con el lector, de trilero porque te enseña una pista y a continuación te la esconde para hacerte creer otra cosa, de un lirismo justificado casi siempre, no como artificio aunque se guste a sí mismo en el trance, es exacto porque acompaña al verdadero arte de sugerir que necesita una buena historia.
El libro está compuesto por nueve relatos, nueve. Desconozco si el número responde a alguna razón concreta, es puro azar o quien sabe, un desafío al mal fario del número nueve desde Salinger a esta parte. Y como en todos los buenos libros de relatos, hay un tono y un estilo propio pero también, y es inevitable, dentro de ese sello personal que distingue al autor, unos relatos que gustan más que otros a cada lector.
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