LA CASA BATLLÓ |
Mientras
emergía del subterráneo por la escalera mecánica que sale al Paseo de Gracia,
recordé sus palabras. Asintiendo pausadamente y con templada seguridad, ella
dijo: el año que viene tú estarás firmando en Sant Jordi. Haberlas haylas. Bien
claro podía leerse en mi camiseta Los
días lábiles: para más señas en blanco sobre negro. Un buen nombre para un
libro aunque una pequeña voz en el inconmensurable mundo literario.
La Casa Batlló, mucho más hermosa que cualquier otro día de diario, era la glamorosa modelo a la que decenas de cámaras inmortalizaban. Su espectacular arquitectura vestida de multitud de rosas rojas rodeando sus balcones, presagiaba una diada de Sant Jordi muy diferente a las demás. Por la tarde Mariela y yo firmaríamos a la diseñadora del traje de gala de esta casa modernista, una de las más emblemáticas de la ciudad cuya magistral fachada, además de vestirse para la ocasión, también era objeto de una campaña solidaria. MésQueUnaRosa, recaudaba fondos que servirían para ayudar a personas sin hogar que duermen en las calles de Barcelona, con el apoyo digital “Un dragón entre rosas”.
Almudena Grandes, firmaba Los besos en el pan, uno de los libros más vendidos según los libreros, en el que cuenta los embates de la crisis para muchas familias que aprenderán por qué sus abuelos cuando eran niños besaban el pan. Se dice que Almudena firmó hasta libros antiguos con manchas de humedad o tinta. Y es que un libro tiene que fascinar como cuando te enamoras.
Leí que Sant
Jordi llega a Shanghái, el gigante asiático adopta nuestra fiesta y reivindica
del mismo modo los valores de la cultura y del amor.
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