La certeza de que Faulkner (1867-1962) era terriblemente crítico con su propia obra lo demuestra el hecho de que “Una rosa para Emily” pasara un proceso de corrección que le llevaría a reducirlo hasta la versión definitiva, publicada en una revista de ámbito nacional, Forum, en abril de 1930. No es casualidad que un año antes apareciera El ruido y la furia, novela que pasa por ser uno de los hitos literarios que rompen con el realismo imperante desde finales del siglo XIX.
Su originalidad radica tanto en aspectos técnicos: saltos en el tiempo, narrador no omnisciente; como temáticos: la decadencia de una familia sureña, la creación de un territorio de ficción propio, cuya capital, Jefferson, es el escenario también de “Una rosa para Emily”. A pesar de estar concebido en la primera época de su carrera literaria, el cuento despliega una gran complicación temática y técnica. Faulkner consideraba el cuento (the short story) un género tan complicado y esencial como la poesía ya que, debido a su brevedad, debe concentrar en un fugaz instante la revelación de una trascendencia excepcional. “Una rosa para Emily” es el resultado artístico de estas claves, donde el lector advierte que a pesar del artificio técnico, paradójicamente el relato fluye de manera natural y le atrapa hasta un final inquietante y siniestro. .../...
(Herminia Meoro)
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