Susana Tomás nos pasea por la ciudad de Nueva York en LEJANA COMO EL ÁLGEBRA Y LA LUNA. Acompañamos a la protagonista en un recorrido que oscila entre la descripción de la intimidad y su proyección en el espacio físico de la ciudad. Cada recuerdo, cada emoción revivida tiene su dibujo en el escenario urbano por el que nos conduce. Un encuentro fortuito, azaroso, completa el periplo y aporta una visión de futuro que difumina la nostalgia de un pasado que se comprende irrepetible: «Miro el resplandor plateado en el cielo que me evoca un verso de Borges. Lejana como el álgebra y la luna. Y pienso en las diferentes formas que tienen las cosas de ir quedando atrás».
Àngels Campos Martínez.
Filóloga. Catedrática de Lengua castellana y literatura
de Educación Secundaria.
Te enfadaste, claro. Y yo supe que tenía que cargar con tu enfado y con mi error. Al poco me enviaste una carta en la que me decías, jugando a la literatura, que aceptabas cualquier cosa que yo te propusiera solo por el infinito placer de seguir teniendo nuestros momentos perfectos. (Susana Tomás)
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